Con la que esta cayendo

Nuestro presidente padece de optimismo. Desde luego es mejor ser optimista que pesimista, ver el vaso medio lleno que medio vacío, pero un gobernante, además, debe de aquilatar su optimismo para que éste no se termine convirtiendo en su peor enemigo.

Rodríguez Zapatero ha dicho que la reunión del G-20 supondrá el inicio de la recuperación, la salida del túnel de la crisis. Y ¡ojalá¡ tuviera razón, pero leyendo las declaraciones de los líderes políticos de otros países, nos encontramos con que sus expectativas no son tan triunfantes como las de nuestro presidente.

Naturalmente que los ciudadanos esperamos que los líderes políticos del G-20 sean capaces de encontrar alguna vía de salida a la crisis y que sean capaces de consensuar soluciones, pero tampoco creemos que esa reunión vaya a ser la panacea, que de ella vaya a salir la fórmula mágica para resolver todos los problemas. De manera que hace bien nuestro presidente en confiar en que pueda haber acuerdos importantes en la reunión del G-20 pero exagera al prever que significará el principio del fin de la crisis.

Creo que la pérdida de credibilidad de Zapatero, que ha ido en aumento en los últimos meses, se debe sobre todo a su negativa a aceptar y describir la realidad tal como es. Cuando desde instituciones como el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea, el Banco Mundial, etc., se avisaba de la crisis que se avecinaba, nuestro presidente se empeñaba en negar esa posibilidad, luego terminó aceptando que podíamos padecer cierta desaceleración, y meses después terminó pronunciando la palabra crisis. Luego nos aseguró que nuestro sistema bancario era el más sólido, y sin duda lo es en relación con otros, pero desde luego no puede ser inmune a la crisis global, amén de que aquí tenemos nuestros propios problemas causados por el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Precisamente lo acaba de decir el Director del Fondo Monetario Internacional: los bancos españoles tienen sus propios activos tóxicos.

Y el Gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, también ha avisado de que puede haber más entidades bancarias, cajas concretamente, que pueden necesitar ayuda, o mejor dicho un plan de rescate, al igual que acaba de suceder con la Caja de Castilla-La Mancha.

Me parece a mí que con la que está cayendo casi es mejor quedarse corto en las previsiones optimistas que intentar animar a los ciudadanos asegurándoles algo que no depende de su buena voluntad ni mucho menos de su optimismo. Los ciudadanos estamos preocupados, y mucho, y nuestra principal exigencia es que los gobernantes nos digan la verdad y no nos traten como a niños, como a menores de edad a los que no se les puede explicar la realidad.

Por mucho que se empeñe el presidente, la realidad que tocamos todos los días es la de que aumenta el número de parados. Ya digo que es mejor afrontar el futuro con el convencimiento de que se puede vencer a la crisis, pero sabiendo que es una batalla en la que millones de personas lo van a pasar rematadamente mal y al menos merecen que se les diga la verdad.